Señor nuestro Jesucristo
(Pascua, pág. 394 del Manual)
De rodillas
Señor nuestro Jesucristo:
Creemos que en el Sacramento del altar estás presente con tu humanidad, que un día resucitó de entre los muertos como prenda y garantía de nuestra futura resurrección.
Camino de Emaús, has salido al encuentro de nuestra miseria y desesperación. Tus palabras de vida eterna han traído a nuestro corazón el calor y la esperanza mientras caminábamos en las tinieblas y en las sombras de la muerte. Te has adelantado a nuestra invitación y te has quedado con nosotros. Y nosotros te hemos reconocido en la fracción del pan.
Por esto, esta noche, queremos estar contigo, para agradecerte el banquete que nos das.
Tú dijiste: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día" (Jn 6,55). Siembra, Señor, en nosotros esta semilla de inmortalidad que es tu cuerpo y tu sangre, resucitados de entre los muertos.
Y riégala siempre con el rocío de tu Santo Espíritu, para que se cumpla en nosotros la afirmación de tu Apóstol: "Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros" (Rm 8, 11).
Escucha, Señor, las peticiones que sugiere a tu Iglesia el Espíritu:
Con nosotros oran también la Virgen santa María, Madre de la Iglesia y madre nuestra, su esposo san José, san Pascual Bailón, san N. (el titular del turno), todos los ángeles y los adoradores que nos han precedido y están contigo en el cielo. Por su intercesión y la fe de tu Iglesia, nos dirigimos a ti, Jesucristo Señor nuestro, que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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La Vigilia de la Adoración Nocturna es esencialmente una Vigilia de oración y adoración centrada en la Eucaristía, en nombre de toda la Iglesia. Nunca podrán faltar en nuestras vigilias: la oración personal y la oración litúrgica comunitaria que nos vincula a la Iglesia.
La Liturgia de las Horas es la oración que la Iglesia, en unión con Jesucristo, su Cabeza, y por medio de Él, ofrece a Dios. Se llama de las horas porque se efectúa en los principales momentos de cada día, que así es santificado junto con la actividad de los hombres (Laudes al comenzar el día; Vísperas al caer la tarde, Completas al acostarse...).
El Oficio de Lectura, desde los primeros siglos de la Iglesia, era la oración nocturna de los monjes mientras los hombres descansan; la alabanza y la oración del Señor no debe interrumpirse ni durante la noche. |